«Me encanta ver la lluvia y sus tormentas, sentir esa brisa húmeda y fría penetrando por los poros de mi cuerpo. Es como si me perdiera por segundos, provocando un estallidos de pensamientos que comprimen mi aliento, dejando salir el placer y la lujuria de amarme en la soledad, permitiéndome cumplir las fantasía locas de mi mente con mí Amante. El perfecto y el predilecto, ese que no lleva nombre ni apellido, pero que es capaz de quemarse vivo en la hoguera de mis gemidos, ese que se pierde en el oasis de mis piernas, ese que me desviste en un jalón, rompiendo mi ropa interior, ese que coloca mis piernas en sus hombros, como todo un caballero perverso que sacia mis demonios, ese que obedece sus instintos animales para cumplir mi hambre, ese que es capaz de hacerme gemir y gritar las veces necesarias de quedar plenamente satisfecha y diga entre susurros, con mi voz entre cortada:—Ha sido suficiente. Mi rostro no miente, queda completamente relajado, y mi sonrisa me delata del extasis pleno que he vivido en mente y en cuerpo...»
PM
