top of page

La Envidia...

La envidia no tiene que ver con querer tener lo que otro tiene. El envidioso sabe que no podrá tenerlo y entonces:  quiere destruirlo. Y uno mira para los cuatro costados, levanta la cabeza por encima de su propio hombro y pone cara de desconcierto.

¿Qué es lo que quiere destruir sino tengo nada ?

Tu nada es el todo, para aquél que nació, pero olvidaron traerlo al mundo.

Entonces tu todo, a veces, es el amor que te tienen.

La sonrisa que te asalta la cara.

La libertad de poder tomar tus decisiones.

Tu mirada amorosa y relajada.

Tu silencio vacío de ansiedad.

El amor que tenés para dar.

La forma en que vibrás.

Los vínculos que construiste.

Tu empatía.

Tus logros chiquitos que no necesitan venir en la tarima de una carroza anunciado que tocaste tu campana.

Tu energía.

El brillo de tus ojos.

Tus expectativas pequeñas.

Tu capacidad de disfrute.

Tu bondad.

Tus virtudes.

Y un montón de pequeños gigantes que te habitan la vida.

Eso es digno de envidia, para quien no puede construir lo más simple y supone que la palabra que destruye le puede aliviar un poco su propia frustración


 
 
 

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
aHR0cHM6Ly96ZW5vcGxheS56ZW5vbWVkaWEuY29tL3MvRkpEbVZXL3FyYw.webp
qrcodeimage.png
01cpe.png.png

© El Diván de un Perfecto Desconocido 2022
Dadzu Solutions

256b41ff-ed5c-4f6b-a3b3-08007bcb2adb.jpg
logo-color2.png
bottom of page