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El día que al fin me encontré





Me tachásteis de perdida. Criticábais por la espalda mi chupa negra y mi minifalda, mi indecencia y mi desvergüenza y el no ir ni un domingo a misa. Colocásteis un cartel en la pared enumerando uno a uno mis pecados. Queríais borrar las huellas de todos mis poemas, destruir mi música demonIaca que según vosotros me embrujaba.

Quemarme en la hoguera cual bruja por llevar escoba entre las piernas, por desafiar a la ley de gravedad con ese escote tan descarado y ese aire de rebeldía que respiraba y que a vosotros os dejaba trastocados. El día que al fin me encontré perdí mitad del equipaje por el camino. Prejuicios, tabús y miedos. Prohibiciones, prudencia y recato. Opiniones ajenas y falsa moral. Gente hipócrita, gente de lodazal. Y es entonces cuando descubrí que salirse del recipiente no era para nada rebosar, era el único escape posible camino hacia la libertad. Lig Anele

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© El Diván de un Perfecto Desconocido 2022
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